lunes, 9 de mayo de 2016

¿Se puede elegir un mentiroso?






Mientras esperamos el lanzamiento de ELEGIR AL MENTIROSO


¿Se puede elegir un mentiroso?



A medida que escribía esta novela crecía en mí el convencimiento de terminarla con una suerte de advertencia:
"Esto es sólo ficción. Los mentirosos jamás se redimen",
porque cada uno de mis amigos/as que se ha ligado con un mentirosa/o, ha terminado invariablemente lastimado. Muy lastimado...
Sin embargo...

En la Argentina existía un programa de radio con una sección llamada “Cartas de amor prohibido”, donde los oyentes narraban en primera persona encuentros memorables que por algún motivo se veían obligados a callar ante los demás. Jefes casados, hijastros o padrastros, cuñados, y hasta consuegros protagonizan esos relatos de amores apasionados.
¡Apasionadísimos!...
Y fantásticos.
Sí, porque cuando a la gente se le pide que cuente su propia historia de amor, la realidad de inmediato comienza a adornarse de fantasía.
Basta oir a un grupo de hombres charlando en la oficina, o a mujeres sentadas a la mesa de un bar. ¡Pura imaginación!
Por eso jamás escucho las historias de los que me dicen que me van a contar su historia. En cambio me fascina prestar atención a las cosas que pasan a la vista de todos, y sin embargo se callan, a las que ocultan, a las que cuentan cuando están tristes o desesperados.
De eso se nutren mis novelas: gente real, hechos reales. Sin adornos, sin personajes perfectos.
Luego soy yo la que adorna, la que cambia, la que crea, para resaltar una virtud, o criticar algún defecto.
Mis novelas siempre surgen de una realidad que conozco bien.

En “Elegir al mentiroso” la historia del periodista es, en líneas generales, una historia real. Por supuesto ningún presidente renunció, porque no siempre ganan los buenos.
Pero la parte romántica, mal que me pese admitirlo, sucedió casi tal cual. Y digo así porque en su momento yo estaba muy en contra de que la Paula real eligiera a Ezequiel. Es más, me opuse tan vivamente que casi me cuesta su amistad. Por fortuna ella desoyó mi consejo, (mi buen consejo), y hasta ahora lleva más de diez años de felicidad, con todo y bebé a punto de ser adoptado. Su Ezequiel es, como el de la novela, no tan mentiroso como manipulador. Y por supuesto no se redimió. Sigue mintiendo/manipulando a su antojo. Pero aparte de eso, la ama y le es increíblemente fiel.
El escribir esta novela fue de alguna forma terapeutico para mí, porque pude entender a mi amiga. Pude enamorarme de este mentiroso, y finalmente perdonarlo...
Pero no nos engañemos: eso sólo le funcionó a ella.
Y, yo que ustedes, no me arriesgaría...
En lo personal, prefiero a mi marido. No es tan lindo ni tan exitoso, pero es muy sincero.
Tan sincero, que a veces duele.

Hasta la próxima

Clara

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