Una tienda repleta de sorpresas
Te agradezco con el corazón todos los
consejos que me diste, aunque me resultaron muuuy duros. No creo ser tan
egoísta como me describes. Sí que pienso en Guille y en sus sentimientos. De
verdad lo quiero muchísimo. Pero no me parecería bien continuar en una relación
por pura costumbre. Creo que, como también
dices, lo que mata es la rutina y el aburrimiento. Y coincido contigo en que a
mi vida le está faltando emoción. O, mejor dicho, le estaba faltando, porque…
Te dije que era un poco perfeccionista,
pero me faltó decirte que además era muy, pero muy empecinada. Y quizás por
eso, sólo por eso, ahora estoy aún más desesperada que en mi carta anterior.
El otro día puede decirse que fue el
peor de mi vida. A la mañana se incorporó un compañero al trabajo. Su nombre es…
Bueno, llamémoslo “Macho Posmo”, o
mejor aún “MP”.
Un divino total. Y muy distinto a mi
Guille. Porque Guille es lindo, pero tiene el eterno aspecto de haber terminado
una maratón minutos antes. Tú entiendes: barba un poco crecida, cabello
enmarañado, y un olor intenso a hombre, o mejor dicho, olor a hombre intenso
sin acceso a una ducha. No digo que sea sucio, sino, ¿cómo lo explico? ¿Bastará
con saber que su peluquero es el mismo desde la infancia? ¿O que sus jeans son
de supermercado? Él es así. Un hombre como los de antes. Macho Posmo, en
cambio… Digamos que mientras caminaba por entre los escritorios, ese moreno de
metro ochenta iluminaba todo a su paso. Quizás por su sonrisa de 1000 dientes
sospechosamente blanca, o por su traje a la moda que parecía lanzar destellos
de tan prolijamente planchado, o por los zapatos de un negro resplandeciente,
(¿dónde venderán ese betún?).
Por supuesto él no es de mi sector,
sino de la gerencia, muchos pisos arriba de la oficina de Sistemas, cercana al
olimpo de los poderosos.
Desde el principio hubo buena onda
entre Macho Posmo y yo. Desde que nos miramos en el elevador hasta que chocamos
en la cafetería de la planta baja. Y cuando digo “chocamos” no me refiero a una
metáfora. Literalmente me lo llevé por delante, haciéndolo caer
estrepitosamente.
De haber sido yo la caída, ¡qué
papelón! Pero él cayó con gracia. Casi puede decirse que voló hasta el suelo.
Nadie se burló. Todos parecían legítimamente preocupados por él, (¿quién no se
solidariza con los poderosos?)
De haber sido yo la que estaba en el
suelo por culpa de la torpeza de alguien más, de seguro el insulto hubiera
llegado incluso antes del menor esfuerzo por levantarme. Pero él, no. Macho
Posmo me miró con una sonrisa comprensiva. Tan magnánima, que dejó en claro a
todos los presentes que él estaba allí por mi torpeza, y no por la suya. “¿Te lastimaste?”,
llegué a farfullar, tragando malamente las papas fritas robadas a la bandeja
que llevaba en las manos. “Sólo el orgullo”, respondió él con un encanto que
dejaba a las claras que una tragedia semejante era imposible.
Y no sólo se puso de pie como si fuera
uno de esos bailarines de la tele, sino que pasó el resto de la hora del
almuerzo tratando de confortarme en mi vergüenza. Ya te dije que mis compañeros
de trabajo son todos hombres ¿Alguna vez viste algo más chismoso que un hombre
en horario de oficina?... Las risitas suspicaces no tardaron en llegar. Pero
MP, (Macho Posmo), las ignoraba por completo… De verdad: es el tipo más sutil y
elegante con que haya estado nunca. E igual de sutil fue para preguntarme si
estaba saliendo con alguien. Lanzó unas cuantas frases del tipo “es difícil
para un soltero tener la casa limpia, ¿te ocurre también a ti?”, o “a
veces quisiera que me esperaran con la comida lista, ¿sabes a qué me refiero?”.
Y yo… Ay, yo… ¡Qué cobarde!
Claro que soy incapaz de ser infiel.
Pero la verdad es que, aunque sé que como dicen mis compañeros de oficina
“estoy buena”, la verdad es que nunca antes alguien tan cercano a las nubes se
había sentido interesado en mí “de una”. Y digo “de una” porque alguna vez he
logrado salir con uno de esos tipos que las demás mujeres se dan vuelta para
mirar, pero no sin un gran esfuerzo, (y mayores concesiones), de mi parte.
PM, en cambio, (modestamente), parecía
embrujado.
¿Por qué me llama eso tanto la
atención, si yo tengo lo mío? ¿Será por este desierto de halagos al que Guille
me tuvo confinada durante cinco años? ¿No es la convivencia el final del amor
propio? ¿O quizás tienes razón, y sólo estoy buscando excusas para justificar
lo injustificable? Sí, porque para cuando a eso de las cinco de la tarde me
volví a encontrar con MP y así, sin más, me preguntó si estaba sola, le dije
que sí. Y sí, a ti te consta, me siento muy sola.
¡Qué mal! Desde que llegué a casa no
hago más que reprocharme. Y casi no puedo ni mirar a Guille. Una, por la vergüenza.
Pero también… También por no comparar.
¿Ahora qué hago? ¿Le confieso a MP que
le mentí? ¿Le cuento a Guille lo que me pasa? ¿O disfruto del paseo a una
tienda repleta de sorpresas? ¿Me arriesgo a quedar como una idiota con Macho
Posmo, o a perder a Guille?
¿Qué hago?!!!!
Espero tu respuesta – Sistemáticamente desesperada
2 comentarios:
Caramba! Quien mas quisiera encontrase MP en el trabajo (te dije que trabajo rodeada de hombres no?) yo lo mas que veo son vientres protuberantes, cabezas calvas... Y la lista sigue, no mucho mas alentadora.
Asique aunque un bajón la manera en la que se "chocaron" por primera vez, sentite afortunada bombonazos no se ven todos los dias!
Relajate un poco querés! que no hiciste nada malo... Es obvio que sentís cosas por Guille, obviamente no te hubieras ido a vivir con el, ni mucho menos tantos años como hace. Es solo que la magia pasó. No es tu culpa ni la de Guille... Y en tu afán de querer saber que esta pasándote buscas desesperadamente escapar de lo cotidiano, de lo que es igual. Y este MP te vino como anillo al dedo. No te presiones deja que fluya, pero tene en cuenta de que si viste en la tienda algo nuevo... Es por algo querida, igual deja que fluya (no te estoy diciendo que le seas infiel a Guille, eso No) pero deberías ir viendo qué es lo que el (Guille) realmente esta pensando. Y como te dije relajate! La vida esta abriendote una puerta y llego finalmente el momento de decidir si cruzarla o no. Lo que suceda estara bien porque va a ser tu sedición. Ánimo!
Léase *decision* la anteúltima palabra no es un buen consejo así como está
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