sábado, 7 de noviembre de 2015

Una cuestión ÍNTIMA





 

Una cuestión ÍNTIMA


Querida Repara Corazones:
¡Menos mal que estás ahí para escucharme! Porque últimamente me siento más sola que nunca. Mi vida es horrible y
¡Espera! ¿Te conté lo que me encontré en mi propia casa ayer, mientras inocentemente regresaba del after office, no?
 ¡¡¿No?!!
Fue espantoso. Y tú, de toda la gente en este mundo, eres la única que puede entenderme. Porque mientras yo fantaseaba con encontrar a mi actual teniendo sexo salvaje con su ex en mi propia cama, los muy traicioneros estaban haciendo algo mucho peor. Porque de haber estado en la cama, vaya y pase. Porque esa Vanina, por desgracia, es espectacular, y mi novio un hombre muy hombre, así que un encuentro casual, o hasta una discusión por los viejos tiempos podría haberlos confundido, y en la urgencia del momento arrastrarlos a la locura. Yo, por supuesto, soy una mujer inteligente y podría haberlo entendido. Claro que hubiera corrido sangre, y mucha, porque soy inteligente pero no estúpida. Creo que la hubiera acuchillado a ella primero, y después a Guille. Pero lo hubiera entendido. Era algo sin maldad ni premeditación.
En cambio cuando llegué a casa….
¡Qué horror!
Estaban los dos sentaditos, uno al lado del otro, frente a la tele mirando esa película cómica de las damas de honor, y que habíamos quedado en ver juntos.
Hasta allí, vaya y pase. Tragué saliva, cerré la puerta.
 ¡Y entonces lo vi!
Ahí, ubicado en la mesa ratona, justo en medio de los dos. ¡Ay, Repara Corazones!, sé que vas a entenderme, porque Guille está convencido de que sobre actué, pero en esa estúpida mesita había… ¡un bol repleto de pochoclos!
Sí, pop corn o como te guste llamarlo. Y ese maldito bol era la prueba más evidente de la premeditación y alevosía de semejante encuentro. Me bastó ver el maldito bol para imaginarlos como una vieja pareja, decidiendo qué hacer un viernes a la noche. Seleccionando la película, y concordando en algo para picotear y así relajarse. Una buena forma de hacer de toda la experiencia algo perfecto.
Casi podía verlos juntos, ella inclinándose para buscar la sartén, olvidada en algún rincón oscuro de la alacena, por supuesto. Él, acercándose para ayudarla, rozándola, riendo ante cada encuentro. Y luego el aceite hirviente, recalentando no sólo la sartén, sino también los recuerdos. Y las carcajadas al sentir los primeros saltos del maíz. El trabajo conjunto de acaramelarlo, probándolo, dándoselo de probar al otro con sensualidad.
¿Tú me entiendes, no? Puedo justificar la pasión o el deseo. Pero toda esa intimidad que el maldito bol de pochoclos implicaba estaba fuera de toda comprensión. Y es que, al menos para mí, no es el sexo lo que define una pareja, (después de todo uno puede acostarse con cualquiera), sino esa coreografía íntima que con los años aprenden a dibujar aún en los actos más rutinarios.
(¿Está buena la frase, no?)
¿Tengo que aclararte que no reaccioné bien al verlos?
“¡¿Qué es esto?!”, grité enfurecida, levantando el bol.
“Pochoclos”, me contestó Guille sin entender lo que yo no entendía.
Y entonces, por toda respuesta, volqué los pochoclos sobre la cabeza de los dos tortolitos, para después estrellar el bol contra la pared, mientras seguía gritando como loca.
La verdad es que ni así logré desahogarme. Después, todavía a los gritos, me encerré en mi cuarto.
A los 15 vino Guille. Parecía preocupado. Se sentó a mi lado en la cama, y yo ya estaba evaluando echarme a llorar entre sus brazos, cuando el muy estúpido me preguntó: “¿Estás así porque te vino?”
¿Tengo que aclararte que lo eché a empellones, cerrando la puerta con llave hasta la mañana del día siguiente?
¿Qué les pasa a los hombres que cada vez que nos atrevemos a reclamar algo creen que sólo estamos sensibles a causa de las hormonas?
Por favor, dime que no sobreactué. Que no soy una loca  furiosa como creen Guille y esa yegua.
No sé. Todo esto es muy raro. Y para colmo ayer llamaron dos veces al teléfono de línea, preguntando por mí. Lo raro es que al escuchar mi voz cortaron.
En cuanto a Van
Disculpa, pero parece que otra vez me están llamando al teléfono de línea. Tengo que atender. Pero ni bien pueda me comunico contigo para contarte lo de Vanina.
¡Ah! Y lo del mensajito de texto de Mariano. Y
Te dejo, o Guille va a enloquecer.
Nos vemos.



Sistemáticamente desesperada 


1 comentario:

Unknown dijo...

Lo de la damialiaridad y complicidad no siempre se da en pareja de varios años si no, la que hubiera estado con los pochoclos serias vos y no Vanina....Sobre actúaste si, un poco. Pero creo que fue más por la confusión que tenias encima. Después de sentirte casi culpable con el beso de Mariano y lo que duró el viaje en taxi no sirvió para acomodarte las ideas.
A mi me parece que te estás sulfatando al pepino. Tenes que ver la situación de manera positiva y descubrir que podes sacar de provecho para vos.
No entiendo por qué Vanina sigue viviendo con ustedes. O mejor aún por qué seguiste vos ahí. .. Plantale cara a Guille! Porque tuse últimos días se basan en suposiciones, nada en concreto. Vas a tener que hacer algo definitivo.
Creo así viendo por arriba que Guille te interesa más que Mariano. Así sea por el ridículo miedo de que te lo quite Vanina.
Pero contame mas