Una cuestión ÍNTIMA
Querida Repara
Corazones:
¡Menos mal que
estás ahí para escucharme! Porque últimamente me siento más sola que nunca. Mi
vida es horrible y
¡Espera! ¿Te
conté lo que me encontré en mi propia casa ayer, mientras inocentemente
regresaba del after office, no?
¡¡¿No?!!
Fue espantoso.
Y tú, de toda la gente en este mundo, eres la única que puede entenderme.
Porque mientras yo fantaseaba con encontrar a mi actual teniendo sexo salvaje
con su ex en mi propia cama, los muy traicioneros estaban haciendo algo mucho
peor. Porque de haber estado en la cama, vaya y pase. Porque esa Vanina, por
desgracia, es espectacular, y mi novio un hombre muy hombre, así que un
encuentro casual, o hasta una discusión por los viejos tiempos podría haberlos
confundido, y en la urgencia del momento arrastrarlos a la locura. Yo, por
supuesto, soy una mujer inteligente y podría haberlo entendido. Claro que
hubiera corrido sangre, y mucha, porque soy inteligente pero no estúpida. Creo
que la hubiera acuchillado a ella primero, y después a Guille. Pero lo hubiera
entendido. Era algo sin maldad ni premeditación.
En cambio
cuando llegué a casa….
¡Qué horror!
Estaban los dos
sentaditos, uno al lado del otro, frente a la tele mirando esa película cómica
de las damas de honor, y que habíamos quedado en ver juntos.
Hasta allí,
vaya y pase. Tragué saliva, cerré la puerta.
¡Y
entonces lo vi!
Ahí, ubicado en
la mesa ratona, justo en medio de los dos. ¡Ay, Repara Corazones!, sé que vas a
entenderme, porque Guille está convencido de que sobre actué, pero en esa
estúpida mesita había… ¡un bol repleto de pochoclos!
Sí, pop corn o
como te guste llamarlo. Y ese maldito bol era la prueba más evidente de la
premeditación y alevosía de semejante encuentro. Me bastó ver el maldito bol
para imaginarlos como una vieja pareja, decidiendo qué hacer un viernes a la
noche. Seleccionando la película, y concordando en algo para picotear y así
relajarse. Una buena forma de hacer de toda la experiencia algo perfecto.
Casi podía
verlos juntos, ella inclinándose para buscar la sartén, olvidada en algún
rincón oscuro de la alacena, por supuesto. Él, acercándose para ayudarla,
rozándola, riendo ante cada encuentro. Y luego el aceite hirviente,
recalentando no sólo la sartén, sino también los recuerdos. Y las carcajadas al
sentir los primeros saltos del maíz. El trabajo conjunto de acaramelarlo,
probándolo, dándoselo de probar al otro con sensualidad.
¿Tú me entiendes,
no? Puedo justificar la pasión o el deseo. Pero toda esa intimidad que el
maldito bol de pochoclos implicaba estaba fuera de toda comprensión. Y es que,
al menos para mí, no es el sexo lo que define una pareja, (después de todo uno
puede acostarse con cualquiera), sino esa coreografía íntima que con los años
aprenden a dibujar aún en los actos más rutinarios.
(¿Está buena la
frase, no?)
¿Tengo que
aclararte que no reaccioné bien al verlos?
“¡¿Qué es
esto?!”, grité enfurecida, levantando el bol.
“Pochoclos”, me
contestó Guille sin entender lo que yo no entendía.
Y entonces, por
toda respuesta, volqué los pochoclos sobre la cabeza de los dos tortolitos,
para después estrellar el bol contra la pared, mientras seguía gritando como
loca.
La verdad es
que ni así logré desahogarme. Después, todavía a los gritos, me encerré en mi
cuarto.
A los 15” vino Guille. Parecía preocupado. Se sentó a mi lado en la cama, y
yo ya estaba evaluando echarme a llorar entre sus brazos, cuando el muy
estúpido me preguntó: “¿Estás así porque te vino?”
¿Tengo que
aclararte que lo eché a empellones, cerrando la puerta con llave hasta la
mañana del día siguiente?
¿Qué les pasa a
los hombres que cada vez que nos atrevemos a reclamar algo creen que sólo
estamos sensibles a causa de las hormonas?
Por favor, dime
que no sobreactué. Que no soy una loca furiosa como creen Guille y esa yegua.
No sé. Todo
esto es muy raro. Y para colmo ayer llamaron dos veces al teléfono de línea,
preguntando por mí. Lo raro es que al escuchar mi voz cortaron.
En cuanto a Van
Disculpa, pero
parece que otra vez me están llamando al teléfono de línea. Tengo que atender.
Pero ni bien pueda me comunico contigo para contarte lo de Vanina.
¡Ah! Y lo del
mensajito de texto de Mariano. Y
Te dejo, o
Guille va a enloquecer.
Nos vemos.
1 comentario:
Lo de la damialiaridad y complicidad no siempre se da en pareja de varios años si no, la que hubiera estado con los pochoclos serias vos y no Vanina....Sobre actúaste si, un poco. Pero creo que fue más por la confusión que tenias encima. Después de sentirte casi culpable con el beso de Mariano y lo que duró el viaje en taxi no sirvió para acomodarte las ideas.
A mi me parece que te estás sulfatando al pepino. Tenes que ver la situación de manera positiva y descubrir que podes sacar de provecho para vos.
No entiendo por qué Vanina sigue viviendo con ustedes. O mejor aún por qué seguiste vos ahí. .. Plantale cara a Guille! Porque tuse últimos días se basan en suposiciones, nada en concreto. Vas a tener que hacer algo definitivo.
Creo así viendo por arriba que Guille te interesa más que Mariano. Así sea por el ridículo miedo de que te lo quite Vanina.
Pero contame mas
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