Una perra astuta (y sulfatada)
Querida Repara:
¿Te conté lo del mensajito de Mariano?
“Tnmos q." decía.
Digo yo, ¿no estamos un poco creciditos como para comunicarnos a
través de dibujos? Él será muy posmo, pero su inhabilidad para levantar el
teléfono y decirme las cosas clarito ya me está hartando un poco.
En el resto de mi vida las cosas tampoco funcionan.
Yo me levanté convencida de que los demás, (Guille y Vanina),
intentarían hacer las paces conmigo. Porque, después de todo, la agraviada era
yo. De hecho ya había pensado una estrategia para hacerlos sentir aún peor.
Pero no. Ni pizca de arrepentimiento por ninguno de los dos frentes.
Incluso mi novio insistía con eso de que yo “tenía” (¿?)
que disculparme con Vanina por el mal rato que le había hecho pasar. ¡Con ella!
¡¡¡¡¡¿Y mi mal rato?!!!!!
Lo más desagradable fue cuando me levanté. No sólo ya no quedaban
rastros de mi ataque, sino que la mesa del desayuno estaba servida con esmero.
Como si mi rival fuera la dueña de casa y yo, la adolescente díscola. Así,
dispuesta a hacerte caso y “plantarle cara” a esos dos, me senté entre ellos, y
tragué sin ganas el jugo de naranja que tenía servido, (que para peor era
exprimido, sin hollejos como le gusta a Guille, y riquísimo), y después me
dediqué a mirarlos con rabia. Guille tampoco necesitaba hablar para tirarme
dardos envenenados. Le bastaba con esos ojos acusadores que tiene, (y por
cierto sus ojos son mucho más lindos que los de Mariano). La única que comía
como si nada era Vanina. Las medialunas, (croissants, bah), se veían
deliciosas, así que, por dentro, con cada bocado de ella, iba mi maldición:
"¡Ojalá que toda esa grasa se te fije a las caderas, flaca
malvada!"
Bueno, al final me harté. Y así, sin anestesia, le escupí:
“¿Entonces cuando te vas?” Porque queda claro que una de las dos sobra”
Guille saltó como un resorte. Y ahí me di cuenta del error que
había cometido. Porque después de la escenita de la noche anterior, era obvio
que él ya se preguntaba si la que estaba de más era yo. ¡Te juro! Lo leí en su
mirada.
Y entonces sentí un miedo horrible. Qué digo miedo, ¡terror! Y de
repente me di cuenta que, sí, querida Repara corazones, tienes razón, amo a
Guille. Que con él puedo quedarme en zapatillas mirando una peli tonta,
comiendo pochoclos, y estoy mucho más feliz que en veinte bares de moda,
escuchando las pavadas de Mariano.
Y ahora me pregunto: ¿por qué dejé que esto de MP llegara tan
lejos? ¿Por qué no acepté el anillo de Guille de una?
Pero es inútil recriminarse. La verdad es que estoy frente a una
rival peligrosa. Porque queda claro que la niña está tan arrepentida como
dispuesta a todo por reconquistar al ex. Y cuando digo a todo, es todo. La
señorita es una verdadera perra. Una perra astuta, y sólo por eso logró dejarme
tan mal parada con su respu
Disculpa. De nuevo el teléfono de línea para mí. Estoy segura de que
es algún banco, o algo así, pero
Te dejo.
Después te sigo contando de Vanina y su malvada respuesta
Tuya
Sistemáticamente desesperada
y arrepentida
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