martes, 10 de noviembre de 2015

Una perra astuta (y sulfatada)



 

 

 

 

Una perra astuta (y sulfatada)


Querida Repara:

¿Te conté lo del mensajito de Mariano?

“Tnmos q.*:)] hablando por teléfono" decía.

Digo yo, ¿no estamos un poco creciditos como para comunicarnos a través de dibujos? Él será muy posmo, pero su inhabilidad para levantar el teléfono y decirme las cosas clarito ya me está hartando un poco.

En el resto de mi vida las cosas tampoco funcionan.

Yo me levanté convencida de que los demás, (Guille y Vanina), intentarían hacer las paces conmigo. Porque, después de todo, la agraviada era yo. De hecho ya había pensado una estrategia para hacerlos sentir aún peor. Pero no. Ni pizca de arrepentimiento por ninguno de los dos frentes.

Incluso mi novio insistía con eso de que yo “tenía” (¿?) que disculparme con Vanina por el mal rato que le había hecho pasar. ¡Con ella! ¡¡¡¡¡¿Y mi mal rato?!!!!!

Lo más desagradable fue cuando me levanté. No sólo ya no quedaban rastros de mi ataque, sino que la mesa del desayuno estaba servida con esmero. Como si mi rival fuera la dueña de casa y yo, la adolescente díscola. Así, dispuesta a hacerte caso y “plantarle cara” a esos dos, me senté entre ellos, y tragué sin ganas el jugo de naranja que tenía servido, (que para peor era exprimido, sin hollejos como le gusta a Guille, y riquísimo), y después me dediqué a mirarlos con rabia. Guille tampoco necesitaba hablar para tirarme dardos envenenados. Le bastaba con esos ojos acusadores que tiene, (y por cierto sus ojos son mucho más lindos que los de Mariano). La única que comía como si nada era Vanina. Las medialunas, (croissants, bah), se veían deliciosas, así que, por dentro, con cada bocado de ella, iba mi maldición: 

"¡Ojalá que toda esa grasa se te fije a las caderas, flaca malvada!"

Bueno, al final me harté. Y así, sin anestesia, le escupí: “¿Entonces cuando te vas?” Porque queda claro que una de las dos sobra”

Guille saltó como un resorte. Y ahí me di cuenta del error que había cometido. Porque después de la escenita de la noche anterior, era obvio que él ya se preguntaba si la que estaba de más era yo. ¡Te juro! Lo leí en su mirada.

Y entonces sentí un miedo horrible. Qué digo miedo, ¡terror! Y de repente me di cuenta que, sí, querida Repara corazones, tienes razón, amo a Guille. Que con él puedo quedarme en zapatillas mirando una peli tonta, comiendo pochoclos, y estoy mucho más feliz que en veinte bares de moda, escuchando las pavadas de Mariano.

Y ahora me pregunto: ¿por qué dejé que esto de MP llegara tan lejos? ¿Por qué no acepté el anillo de Guille de una?

Pero es inútil recriminarse. La verdad es que estoy frente a una rival peligrosa. Porque queda claro que la niña está tan arrepentida como dispuesta a todo por reconquistar al ex. Y cuando digo a todo, es todo. La señorita es una verdadera perra. Una perra astuta, y sólo por eso logró dejarme tan mal parada con su respu

Disculpa. De nuevo el teléfono de línea para mí. Estoy segura de que es algún banco, o algo así, pero

Te dejo.

Después te sigo contando de Vanina y su malvada respuesta

Tuya


Sistemáticamente desesperada

 y arrepentida


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